El tema de la planeación es como el cometa, aparece por temporada, es decir desaparece y luego vuelve al escenario más adelante y así sucesivamente cumple su ciclo. Estamos en la estación de la discusión de la planeación nacional; ahora se tiene una información, mediante aviso que se publica en la prensa escrita, que el Consejo Nacional de Planeación convoca a los sectores sociales del territorio colombiano a los eventos que se llevarán a cabo entre el 29 de noviembre y el 18 de diciembre, con el fin de discutir el Proyecto de Plan Nacional de Desarrollo del actual Gobierno denominado “Hacia un Estado Comunitario”
El mayor número de sectores sociales territoriales del país desconoce la metodología que se sigue en la discusión del plan cada cuatro años, cuando se cumple el procedimiento establecido, que va desde su elaboración por parte del Gobierno Nacional hasta la aprobación por el Congreso de la República, terminando en la sanción de la ley que adopta el Plan Nacional de Desarrollo por el Presidente.
No es insignificante la labor del Consejo, se diría más bien que es trascendental para el futuro de la inversión pública y su distribución territorial; la atribución que tiene desde el punto de vista legal es amplia, y se contrae principalmente a analizar y discutir el plan a través de reuniones nacionales y regionales con los consejos territoriales de planeación que hay en cada departamento y los sectores sociales, económicos, ecológicos, culturales y comunitarios, todo esto con el fin de oír propuestas, resolver las consultas que se efectúen sobre el plan de desarrollo que le haya remitido el Gobierno, y finalmente, formular recomendaciones a cerca de su contenido y forma y conceptuar sobre el proyecto del plan de desarrollo para el período 2002-2006.
Lo insignificante puede ser el mal resultado que se desprende de la participación comunitaria en la discusión del Plan. Por lo que viene pasando, al fin de cuentas, las organizaciones de ciudadanos se han vuelto escépticas frente a los efectos de esos concilios convocados por el Consejo Nacional de Planeación; no creen mucho en el fruto que luego se pueda recoger de esa participación, sencillamente, porque no es fácil que de las reuniones del Consejo de donde salen muchas cosas, las propuestas sean tenidas en cuenta por el Departamento Nacional de Planeación y el Ministerio de Hacienda y Crédito Público que son las instituciones que lideran el proceso.
Por experiencia, esa parte del procedimiento es la más difícil, debido a que cuando llega el plan al Consejo ya se ha realizado la mayor labor, diríamos de alta ingeniería administrativa, y no es digerible para los órganos del Estado que tienen en sus manos el liderazgo, entender que las propuestas de las comunidades y que ellos graciosamente reciben como una “simple opinión”, vayan a cambiar de un tajo el andamiaje del plan con motivo de las sugerencias comunitarias que consolida el Consejo, pues están seguros que lo que ellos hicieron no puede ser sustituido por una súplica social de última hora. Por lo tanto, como es un defecto del proceso y no una cualidad, merece ser estudiado y enmendado.
Otra limitación que se deduce del proceso de estudio del plan por el Consejo, es el desconocimiento que tiene el público sobre el plan de desarrollo a discutir, al convertirse su contenido en una especie de “caja negra”, a la cual no tienen acceso previo los participantes sino después del desastre. Esta es otra fase que debe ser aclarada legalmente, o por lo menos mediante agregación de nuevo procedimiento. Así, cada vez que revisamos el andamiaje del recorrido que hace el plan de desarrollo, más nos convencemos que falta mucho para conseguir una participación comunitaria suficiente.
A propósito del tema, el filósofo francés Blaise Pascal nos recuerda: “Quien no ve la vanidad del mundo, es que él es, en sí mismo, muy vano”