Como ya no queda nada, estando raspando la olla. La administración de la ciudad de Montería, no puede seguir embargada, asediada y paralizada. No hay obras importantes, las calles se acabaron y por lo que se ve el alcalde de turno la ha convertido en una aldea polvorienta. La situación en que se encuentra es delicada; hoy como ayer nadie quiere dar la cara para responder por el mal manejo de sus asuntos; el alcalde tranquilamente se lava las manos y el Concejo Municipal apenas se pronuncia tímidamente sobre el caos que han generado las medidas de los jueces materializadas en embargos tras embargos, lo cual no deja levantar cabeza empobreciendo aún más su lánguido tesoro.
Los resultados sobre su grave situación fiscal están consignados en los informes oficiales que se encuentran depositados en la Contaduría General de la Nación y en la Contraloría General de la República; por esta simple razón no valen las cifras acomodadas que de vez salen de la propia administración a la luz pública como cábalas para ocultar la realidad, porque no son oficiales y por eso carecen de validez técnica y jurídica.
A la administración le ha faltado alcalde y concejales. Cada vez que no llega la ración al presupuesto del Concejo resuenan los tambores para anunciar que algo anda mal. Ayer fue el caso de los pensionados, pensionados por el municipio sin tener derecho a ello, luego salió a relucir el tema de la mafia de litigantes que exprimen lo poco que queda con el cabildeo de los propios empleados municipales navegando juntos como lo hace el pez en el agua, sin el más mínimo control de quienes están obligados a velar por la integridad del patrimonio público municipal.
El déficit en las cuentas públicas municipales está a la vista. Y es así de sencillo pues la contabilidad es clara: el 31 de diciembre del 2000 el déficit fiscal era de $6.141 millones y al terminar el año 2001 fue de $8.016 millones, entonces, así de sencillo de un año a otro subió el faltante en $1.875 millones, sin que Diógenes con su lámpara haya descubierto el humano que explique el asunto de otra manera. O sea que la administración del alcalde va para atrás, la recuperación de la hacienda pública no está a la vista y con el actual estilo de administración la recuperación fiscal jamás llegará, por el contrario será más difícil lograrla en la medida que transcurra el tiempo, y lo peor que va a pasar es dejar una ciudad más quebrada de lo que estaba el 1º de enero del 2001 pasado.
La historia fiscal no es cuento de hadas, es algo asombroso. Pasó el primer semestre y nada se hizo para extirpar lo podrido, luego el primer año tampoco y ahora en que el período corre y se agota vemos menos luz en el túnel. Otra vez sale a la palestra el mismo disco rayado: la reactivación económica como medida para asegurar que no va a haber más dineros inmovilizados y luego puestos en las arcas particulares por concepto de embargos.
Señor Alcalde: ¿usted cree que nosotros somos bobos o qué?. Ese cuento es el mismo que nos echó a principios de su administración y posteriormente en el mes de abril pasado. Ya es tarde, usted sabe que la administración del municipio está arruinada por haberse abierto la puerta del desorden financiero mediante la permisividad de los embargos, y usted sabe también que nadie ha defendido al municipio. ¡Por cierto, ni siquiera el chavo!
Hemos insistido a nuestros alumnos en las aulas universitarias y se ha experimentado que un déficit mal manejado genera otro déficit y así sucesivamente. Pues, esto sucede por la falta de sensatez de los administradores que ven más cerca el ejercicio de la politiquería que el del gobierno comprometido con su comunidad y garante de buena gestión.
Está bien que se le prorrogue el período al Alcalde de Bogotá, pero al mandatario de Montería, ni…. por el chiras. ¡Esto sería un infierno!