El próximo miércoles 6 de noviembre entra en vigencia el nuevo Código Nacional de Tránsito Terrestre –CNTT- compilado en la Ley 769 del 2002. Pues estando el naciente código en aplicación se supone que habrá luces para mejorar el funcionamiento del servicio de tránsito en el territorio nacional, o si no seguiremos soportando el mismo galimatías en las ciudades y carreteras.
El común denominador en Montería es el desorden que se observa en la circulación vehicular. Y no podemos ser menos culto que otros. Sin duda ha faltado disciplina de parte y parte; por un lado, de quienes han tenido en sus manos la dirección de esta función pública y por el otro, de las personas, todo en menoscabo de la tranquilidad ciudadana. Recordemos que en el tiempo han existido normas sobre circulación, y sin embargo, el despelote no ha sido para menos entre nosotros, considerado como el resultado de la dejadez de la autoridad establecida, que pudiendo hacer mejor gestión no apretó el tornillo a su debido tiempo.
Montería es singular en muchos aspectos. Las calles de la ciudad están plagadas de taxis, motocicletas y bicicletas que congestionan demasiado la normal circulación, y se entiende perfectamente que eso no es un obstáculo para tener un buen sistema de tránsito, sino por el contrario una fortaleza; de manera que si todos cumplimos con la normatividad del joven CNTT, viviremos en armonía saliendo del laberinto en que ahora se encuentra la ciudad. La regulación que vamos a estrenar comienza por obligar al cumplimiento de muchas cosas que ahora están en la trastienda. El uso de la chaqueta reflectante entre las 18.00 horas y las 6.00 del día siguiente y del casco por el conductor y por el acompañante y la obligación de transitar por la derecha de las vías para los motociclistas y ciclistas son medidas que garantizan la seguridad de las personas.
El CNTT es muy claro. Las autoridades tienen la obligación de manejar el servicio de tránsito; en el ámbito departamental le corresponde al gobernador y en el municipal al alcalde. Ni uno ni otro puede sustraerse de las responsabilidades que la ley les atribuye en lo pertinente. Las cosas no pueden seguir al garete; entonces, habrá que poner en práctica hasta la letra menuda a fin de lograr el equilibrio entre el ciudadano y el Estado por estar de por medio la búsqueda del bien común.
Pues bien, si hay detalles en la ley es porque son convenientes, pero también hay limitaciones en aras de mantener el estado de derecho; a las asambleas, a los gobernadores, a los concejos y a los alcaldes les queda prohibido dictar medidas de carácter permanente que excedan los términos del Código expedido. Como punto de partida y ante el hecho evidente que los ciudadanos quieren una legislación funcional, el primer paso que tienen que dar las autoridades y los organismos de tránsito es socializar el nuevo CNTT, y lo aconsejable es que se lleve a cabo con apoyo de las organizaciones sociales y gremiales existentes, no obstante que se desaprovechó el lapso de tiempo de tres meses que transcurrió entre la expedición de la ley y la fecha en que entra a regir.
Por ejemplo, el Frente de Seguridad de Transportadores Urbanos que se acaba de conformar por iniciativa de la Policía Nacional y en el cual participan varias corrientes de ciudadanos, entre ellos los transportadores, es un ente propicio en que se pueden apoyar las secretarías de tránsito departamental y municipal para promover el Código, sin que ello signifique que el Alcalde y su Secretario de Tránsito se tengan que despojar de sus responsabilidades. Y así como esta organización, hay otras que estarían en capacidad de colaborar para organizar el sistema de circulación de nuestra ciudad y salir del enredo vehicular.
Si estuviera vivo el sociólogo francés De Barante, repetiría lo mismo: La prosperidad de los pueblos no puede nacer más que de su propio suelo.